sábado, 13 de febrero de 2016

El Tomate amarillo. Cuentos para contar en el Huerto.



 El Tomate amarillo.Cuentos para contar en el Huerto.
Cuento de la madre.
              Una niña que andaba por la huerta de su abuelo empezó a arrancar hojas de distintas clases para su colección. Llegó a las tomateras y cogió dos hojas que estaban cerca, muy cerca de un tomate verde. Una de las hojas la guardó para su colección y otra para su amiga Marta.

             Las plantas crecieron y crecieron porque el abuelo regaba todas las tardes, pero el tomate que estaba cerca de las hojas que había arrancado la niña estaba amarillo y los  demás ya estaban casi todos rojos, a punto de echarlos a una rica ensalada.

             Cuando el abuelo comentó que había un tomate raro en la huerta porque era completamente amarillo como un limón y no rojo como los demás, todos buscaron alguna explicación.

“ Tendrá la ictericia “ dijo la abuela.                                                                                                                            “ No es posible “ dijo la madre “porque las plantas no tienen enfermedades del hígado como los animales y las personas”.                                                                                                                                     “ Será chino “ dijo el hermano mayor, que se sonreía porque no hablaba en serio.                                                                   

“ Estará malo, yo lo tiraría “ dijo el padre.                                                                                                           “ Será un tomate rebelde que no quiere ser como los demás “ dijo la hermana mayor que acababa de cumplir catorce años.

           La niña no dijo nada y se fue a la huerta para ver el tomate misterioso. Lo miró y no supo qué pensar. ¿Quién sabrá por qué este tomate es amarillo?  Y se puso a buscarlo en internet y descubrió que había tomates amarillos gigantes y otros enanos y que con ellos se hacían dulces y se vendían las semillas. Pero no explicaba por qué entre todos los tomates rojos salía uno todo amarillo como un limón.
         
Al día siguiente en el colegio se lo contó a su amiga Marta y como tampoco supo qué decir se lo preguntaron a la profesora, que solamente les dijo: “Estará malo, no lo comáis “. Después de dos días, la niña tuvo un sueño: Estaba mirando las tomateras cuando se levantó un viento fuerte y caliente. Entonces oyó como los tomates se reían bajito y se dio cuenta de todos tenían hojas cerca que les hacían cosquillas ayudadas por el viento. Aquello debía de ser la alegría de la huerta, que había oído decir y no sabía qué era.

        Así es como supo que el pobrecillo tomate amarillo, al dejarle sin hojas cerca, nada le ponía rojo de la risa. Estaba solo y amarillo y nunca se había reído.

        Contó su sueño en el colegio y no todos la creyeron y se quedó un poco triste.       

   

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