miércoles, 6 de abril de 2016

JUAN EL DISTRAÍDO. Gianni Rodari. "Cuentos por Teléfono"



 JUAN EL DISTRAÍDO. Gianni Rodari. 

"Cuentos por Teléfono"

-          Mamá, voy a dar un paseo.
-          Bueno, Juan, pero ve con cuidado cuando cruces la calle.
-          Está bien mamá. Adiós mamá.
-          Eres tan distraído…
-          Si, mamá. Adiós mamá.

Juanito se marcha muy contento y durante el primer tramo de la calle pone mucha atención. De vez en cuando se para y se toca.
-          ¿Estoy entero? Sí – y se ríe solo.

Está tan contento de su propia atención, que se pone a brincar como un pajarito, pero luego se queda mirando encantado los escaparates, los coches y las nubes, y, lógicamente, comienzan los infortunios.
Un señor le regaña amablemente:
-         ¡Pero qué despistado eres! ¿Lo ves? Ya has perdido una mano.
-          ¡Anda, es cierto! ¡Pero qué distraído soy!

Se pone a buscarse la mano, pero en cambio se encuentra un bote vacío y piensa: “¿Estará vacío de verdad? Veamos. ¿Y qué había dentro antes de que estuviese vacío? No habrá estado vacío siempre, desde el primer día…”
Juan se olvida de buscarse la mano y luego se olvida también del bote, porque ha visto un perro cojo, y he aquí que al intentar alcanzar al perro cojo antes de que doble la esquina, va y pierde un brazo entero. Pero ni siquiera se da cuenta de ello y sigue corriendo.

Una buena mujer lo llama:
-          ¡Juan, Juan!, ¡tu brazo!

Pero ¡quiá!, ni la oye.
-          ¡Qué le vamos a hacer! – suspira la mujer - . Se lo llevaré a su mamá.

Y se dirige hacia la casa de la mamá de Juan.
-          Señora, aquí de traigo el brazo de su hijito.
-          ¡Oh, qué distraído es! Ya no sé qué hacer ni qué decirle.
-          Ya se sabe, todos los niños son iguales.

Al cabo de un rato llega otra buena mujer.
-          Señora, me he encontrado un pie. ¿No será acaso de su hijo Juan?

-          Si, es el suyo, lo reconozco por el agujero del zapato. ¡Oh qué hijo tan distraído tengo! Ya no sé qué hacer ni qué decirle.

-          Ya se sabe, todos los niños son iguales.

Al cabo de un rato llega una viejecita, luego el mozo del panadero, luego un tranviario, e incluso una maestra retirada, y todos traen algún pedacito de Juan: una pierna, una oreja, la nariz.
-          ¿Es posible que haya un muchacho más distraído que el mío?
-          Ah, señora, todos los niños son iguales.

Finalmente llega Juan, brincando sobre una pierna, ya sin orejas ni brazos, pero alegre como siempre, alegre como un pajarito, y su mamá menea la cabeza, se lo coloca todo en su sitio y le da un beso.
-          ¿Me falta algo, mamá? ¿He estado atento, mamá?
-          Sí, Juan, has estado muy atento.

                                                                                                                                                                 Gianni Rodari.
“Cuentos por teléfono”


 ILUSTRACIONES A COLOR DE gemmaAGUADO



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